La importancia de un buen logo

En un primer momento podemos pensar que un logo es un elemento de diseño fundamental para identificar a una marca o una empresa. Sin embargo, Paul Rand decía “Es sólo por asociación con un producto, un servicio, una empresa o una corporación que un logotipo adquiere un significado real. Si una empresa es de segunda categoría, el logotipo con el tiempo se percibe como de segunda categoría”. Así es, mi querido lector, en esta colaboración vamos a entrar en el mundo del logo y concretamente hemos escogido el logo de una gran compañía: IBM, para conocer un poco sobre la historia de este gran diseñador: Paul Rand.


Primeros pasos

Paul Rand, nació en Brooklyn en 1914. Su verdadero nombre era Peretz Rosenbaum pero lo cambio a Paul Rand para camuflar su identidad judía. También pensó que con cuatro letras podría crear un símbolo mucho más bonito.

Como se puede comprobar, su gusto e inclinación por el minimalismo se manifestó muy pronto. Su trabajo era innovador y vanguardista y eso hizo que ya en 1935, con tan solo 21 años, le nombrasen director de arte de la revista Esquire. Se auguraba una prometedora carrera que no tardaría en llegar.


Su evolución hacia el branding

En los años cincuenta empezó a trabajar en el branding. El branding es un término inglés, perteneciente al argot del marketing, que sirve para definir todo el conjunto de acciones realizadas para crear una imagen determinada en una empresa. Es lo que conocemos como identidad de marca, que incluye el logo, los carteles, y en este siglo: el posicionamiento en redes sociales.

Puede parecer que hablamos de temas muy modernos, pero a mediados del siglo XX, el branding ya existía, porque el consumismo ya se había despertado y era necesario destacar a las marcas, diferenciarlas de sus competidores y en eso jugó un papel muy importante el diseño.

Eso lo sabía perfectamente Thomas J.Watson Jr, hijo del fundador de IBM, que llegó a decir: “Un buen diseño, es un buen negocio”. Watson quería renovar la imagen de la compañía y en ese justo momento se cruzaron los caminos de Watson y Paul Rand.


El nuevo logo de IBM

El logo de IBM había experimentado una evolución desde su creación:

Logo IBM 1924

En 1924 el logo de la compañía era un globo terráqueo en el que se introducían las tres palabras que conformaban las siglas IBM, Internacional, Business y Machines.

Logo IBM 1946

En 1946, se simplificó oficialmente el nombre de International Business Machines a sus siglas, IBM, lo cual se reflejó en su nuevo logo conformado simplemente por las letras en cuestión con una tipografía especial para la época.

En ese momento es cuando Paul Rand entra en escena y su primera decisión fue no cambar de inmediato el logo de IBM. Al contrario, el cambio fue paulatino y sutil. Primero, en 1956, se reemplazó la tipografía por una fuente Beton y al poco tiempo, rellenó de negro las letras y agregó simetría a la “M”. También convirtió los hoyuelos de la “B” en cuadrados grandes.

Logo IBM

Sin embargo, Paul Rand no estaba del todo contento con este resultado, así que decidió seguir experimentando hasta que en 1972 consiguió su diseño definitivo, introduciendo en el logo ocho líneas horizontales, dotando a la imagen de ritmo.

Diseño actual IBM

Variaciones del logo

Paul Rand, no sólo diseñó el logo, también redactó un manual de uso para ese logo, llegando a apuntar detalles tan específicos como que las franjas de color se debían dibujar más gruesas que las blancas. La razón de este detalle se debe a que las franjas blancas se ven más gruesas, sobre todo cuando están iluminadas, y si las franjas de color son más anchas que las blancas, se podrán ver ambas, del mismo tamaño. Un truco óptico para que el logo luzca perfecto en cualquier situación.

También diseñó interesantes variaciones del logo. Una de ellas, que seguro que mi querido lector reconocerá de inmediato, la creó en 1981. Se trata del cartel Eye-Bee-M, (Ojo-Abeja-M) pero que en inglés se pronuncia igual que el nombre de la empresa.

Logo IBM

Paul Rand buscaba implicar al observador, obligándole a realizar un esfuerzo, ya que tenía que resolver el jeroglífico para poder leer el mensaje . Opinaba que de este modo, era mucho más fácil que el lector recordase el mensaje, puesto que había tenido que contribuir con su esfuerzo para llegar a leerlo.

Dicen de Paul Rand que era muy gruñón y que criticaba todo hasta la saciedad buscando una excelencia y perfección en todo lo que hacía. Es curioso, porque su estilo minimalista no parece que precise de tanto trabajo, y todo lo contrario porque para llegar a él, Paul Rand dedicó toda una vida de esfuerzo.

Nos ha dejado obras maravillosas e icónicas, y prueba de ello es que se ha mantenido su legado visual después de su muerte ¿o acaso no reconocería en cualquier sitio el logo de IBM?


© María Ángeles Espílez Murciano

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