La lección
Estaba anocheciendo cuando despertó en medio del bosque. Frente a él estaba la mujer que había conocido por la mañana. Lo último que recordaba era que ella lo había invitado a su casa en las afueras de la ciudad. Intentó levantarse, pero casi de inmediato se fue de bruces. El agudo dolor y una rápida inspección con la punta de los dedos le indicaron que le habían cortado los tendones de Aquiles. La mujer dio un silbido y, casi de inmediato, dos chiquillos salieron de entre los árboles y corrieron a abrazarse a sus piernas. “Ya está saliendo la luna –les dijo la mujer, apartándolos de sí–; es tiempo de que aprendan a cazar”. El hombre supo que debía huir. Comenzó a arrastrarse y no miró hacia atrás, ni siquiera cuando escuchó un aullido a sus espaldas y empezó a sentir cómo los pequeños pero afilados dientes se hundían en sus piernas.
© Kalton Bruhl
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