La pintura
Antes de dar la vuelta al cuadro me imagino el retrato de una joven en un sofá durmiendo plácidamente acunada por sus sueños, o mejor una cara con una sonrisa enorme y con unos ojos que te miran de frente, ojos con fondo de agua.

Y por qué no imaginar el agua del mar, quieto o bravo, verde, turquesa, oscuro, ultramar, negro donde se refleje la luna, celeste donde se refleje el cielo.
Y por qué no el cielo, infinito y transparente, limpio de una mañana de verano con algún pájaro que lo cruce.
Y por qué no un pájaro, o mejor muchos pájaros de colores, sobre todo azules, rojos, con las alas abiertas atravesando bosques tropicales oyendo de lejos cantar Lindeza, inundándolo todo con la música.
Y por qué no pintar la música con su forma y con todos los colores del universo .

Dale la vuelta, ojos cerrados, ábrelos despacio y sorpréndete… deja que salgan y que comiencen a volar, hazlo con cuidado porque las puertas de alas de mariposa se pueden romper o ser serpientes guardianas del paraíso.
En uno de los cuadros ha anidado un gorrión, lo ha hecho su casa.

Texto e imágenes © Emilio Poussa