La senda de los destinos fluidos

Caminarás por una senda de corazones encendidos y un incendio de claveles, respirando cerezos, entre dos orillas de oro que se miran y nunca se abrazan, que a veces se observan y se admiran y otras se desconocen y se odian.

A través del tiempo irás cambiando vida por recuerdos, dejando en el camino jazmines perfumados de blanco, pero también juncos heridos de verde, temblando en el aire su sangre. Cada día que pase estarás más cerca de la tierra, las nubes te irán conociendo y el cuco, por la noche, cantará tus recuerdos, hasta que, un día de flores malvas, el aire se haga dulce y te dé un beso de caramelo. Ese día llorarán las margaritas para regarte la tierra y se juntarán las orillas y comprenderás, en el último instante, que la vida es solo un suspiro que se extravía en la tarde.

Y en esas dulces briznas de hierba que nadie mirará, se guardarán los recuerdos suspirados donde descansarás.


© Felipe Espílez Murciano

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