La tabacalera de Madrid
Múltiples episodios históricos han sucedido desde que Carlos III encomendó al arquitecto Manuel de la Ballina, la construcción de este edificio, conocido hoy como La tabacalera y que visitamos en Espaci0s intentando, precisamente, recrear algunos de esos momentos, en los que este edificio ha participado intensamente, como si no pudiera permanecer ajeno a los acontecimientos importantes.
Sus orígenes, 1790
La fábrica se ideó para destinarla a algunos productos concretos, de los que el Estado ostentaba el monopolio como el aguardiente, el papel sellado, etc. Pero por diversas razones, dos de esos productos fueron cedidos por el Estado. Uno, el aguardiente, a la condesa de Chinchón y el otro, la fabricación de las barajas de juego, a Heraclio Fournier. Esta situación hizo que, poco a poco, el edificio fuera perdiendo utilidad hasta que fue definitivamente cerrado.
Su conversión en tabacalera, 1809
No sería hasta 1809 que José Bonaparte lo convirtió en tabacalera. Pero debido a que el espacio no estaba concebido desde un principio para este fin, hubo que ir adaptando el edificio, superando muchas dificultades. A pesar de ello, a finales del siglo XIX era uno de los principales centros tabaqueros de España y daba trabajo a más de cuatro mil trabajadoras, lo que auguraba otro interesante episodio y nuestra fábrica de tabacos no quiso perder protagonismo.

La lucha obrera de las cigarreras
Las trabajadoras de La tabacalera representaron en los años 20 una clara expresión de la lucha obrera, con huelgas para defender sus condiciones laborales. Ya en el año 1830, protagonizaron un motín que hizo temblar a las autoridades, tal y como dice Paloma Candela Soto en su libro Cigarreras Madrileñas: Trabajo y vida: 1887-1927. Ese activismo asociativo parece que se quedó impregnado en el edificio, como más adelante descubrirá el lector.
Las cigarreras en la Guerra Civil

Siguiendo con ese espíritu combativo, algunas líderes obreras de La tabacalera, como Eulalia Prieto o Encarnación Sierra, tuvieron una acción muy comprometida en la lucha contra el fascismo, que persistió durante toda la Guerra Civil Española.
También, eran estas mujeres, unas fervientes militantes en la lucha feminista. Esto decía en 1931, Eulalia Prieto: En cuantas luchas ha sostenido la Federación, se puso de manifiesto cómo el factor femenino es algo decisivo y terminante. Mucho hace el número, en efecto; pero no menos hace la valentía, el arrojo de las cigarreras. Este gesto que nos caracteriza, tiene un valor inconmensurable […]. ¿Será que no tememos los peligros? No, no es eso; es que las mujeres estamos en lo general más faltas de libertad que los hombres y al hacer nuestra iniciación en la lucha sindical saturada de redentores ideales encontraremos lo que nos falta en el orden económico y moral. La lucha nos ofrece pan y libertad, más amplios horizontes de vida. He aquí, a mi modo de ver, las causas de nuestra valentía y nuestro arrojo.
La tabacalera en la actualidad
El edificio fue perdiendo mano de obra hasta que se desocupó definitivamente en el año 2000, después de que se privatizara Tabacalera, S.A., quedando abandonado a su suerte durante 10 años. Tras múltiples avatares, se divide La tabacalera en dos espacios gestionados por entidades diferentes, aunque destinados ambos a la promoción del arte y la cultura.

Centro Social Autogestionado de La tabacalera de Lavapiés
Uno de estos espacios es el Centro Social Autogestionado de La tabacalera de Lavapiés.

Este espacio está ubicado en el edificio anexo a la Sala de exposiciones La Principal y aquí, vecinos y artistas trabajan en su mantenimiento, recuperando ese espíritu asociativo que en su día impregnó La tabacalera. El espacio está destinado a exposiciones, fotografía, vídeo, pintura, etc.

Tabacalera, Espacio Promoción del Arte
El otro espacio, está gestionado por el Ministerio de Cultura y Deporte y también organiza exposiciones temporales de fotografía, pintura, etc. Tiene varias salas, pero vamos a centrarnos en dos espacios especialmente llamativos.

El primero de ellos es La Principal, sala que albergó hasta el 26 de enero la exposición Flores de Pedro Almodóvar y Jorge Galindo, de la que también nos hemos hecho eco en este número de la revista. Una exposición muy interesante que nos acerca a una faceta desconocida de Almodóvar, pero en la que es fácil reconocerlo en su particular estética.

El Espacio de arte urbano, constituido por los muros que recorren el perímetro exterior del patio de La tabacalera, es el otro espacio destacable, ya que han sido recuperados para reconvertirlos en una auténtica galería de arte. Es tal la belleza de este espacio, que nos lleva a dedicarle el próximo número, pero aquí dejamos un pequeño y delicado adelanto.

La tabacalera es en definitiva, un espacio que alberga no sólo exposiciones de arte, también historia. Emociona pasearte por sus salas pensando en esas cigarreras y su activismo y compromiso social. Esperemos que la revolución artística que albergan sus paredes, no defraude al espíritu de tantos corazones que latieron en lucha en este edificio.