Lamento silencioso
Dime en dónde estás vida, que quiero ir a tu encuentro. Te buscaré en la última colina en donde mi alma escuchó el gemido de tu voz, como lamento silencioso bajo las piedras, esas que pateo con la punta de los pies en una especie de constante penitencia. Dime; en dónde fue que me dejaste olvidada, vida; que apenas pude darme cuenta. De pronto, vi la calle medio vacía, todos se habían marchado ya, hasta el vendedor de diarios y el artista callejero dejó de echar fuego por la boca, porque sabía bien que llegó la hora de callar, la hora en que todas las palabras salen sobrando como si fueran versos renacentistas, la hora en que el silencio toca la trompeta final, no es la trompeta de la muerte justamente, pero casi, casi no me resisto a escuchar esta música abismal.
© Roxana Heise
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