Lavanda en maceta

Allí estaba entre las plantas y las flores, el ser más cercano al mundo botánico, aquella señora humana, el tapabocas le daba un aire arabesco, acentuando su mirada inquisitiva en busca de la nueva lavanda para su patio, de buen talante y grácil caminar, así caminaría la lavanda, firme y segura de sus efectos sedantes, medicinales, fragancia y lozanía bien conservada en una edad imprecisa, su rastro de feromonas, sereno y estimulante, suerte que Grenouille tiene su lóbulo frontal atrofiado.

Una señora humana para ser bebida a sorbos, paladear la íntima madurez de su habitante hecateo helíaco, bajo un claro de luna sobre los tejados.


© José G. Santos Vega

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