Los lectores de noviembre
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Mi paraíso
Camino como todos los días por la vereda de la plazoleta cuando algo extraordinario, una abrazo perfumado me detiene. Sumergida en el torbellino de la magia olorosa se me borra el tiempo y lo que me rodea. Quedo atrapada gratamente en la dulce añoranza por el tronco que revela años de existencia. Mi mirada sube a la exuberante fronda en donde el viento bastante habitual en la ciudad, mece las olas verdes que sostienen los racimos alilados y blancos de sus flores. Para mí, ellas son la espuma de ese fantástico paisaje que marca el intermedio que plantea la primavera tironeada por el resabio invernal. Y en este instante valoro su existencia pues incluye la mía a pesar de estar rodeado de lapachos rosados, palos borrachos y ostententosos jacarandaes. Su presencia es tan fuerte que con la simpleza de su apariencia me provoca el viaje interior al mundo de los juegos, de las fantasías y de la ignorancia infantil sobre un futuro que no pienso. Hacia ese universo me voy desprendiéndome de mi presente. Surgen las pequeñas manos enhebrando los cálices de las flores arrancadas con torpeza que, uno a uno, son las perlas de la joya más preciada : el collar es perfumado y tan largo como las ganas de hacerlo. Y esta acción se repetirá en el tiempo de la maduración incipiente del fruto verde y tierno, las “bumbulas”, que generosamente el paraíso brinda pàra prolongar los cuentos de mi imaginación cual bella durmiente que protagonizo cuando la aguja “robada” del costurero de mi madre, pincha mi dedo inoportunamente. La magia es completa: me da sus ramas para colgarme, treparme en la misteriosa torre que toca el cielo y me da la sombra en las siestas traviesas de frutas verdes que ingiero con las consecuencias conocidas de retos severos y amorosos.
También me sirve de se apoyo para reposar con la lectura de historietas, mis preferidas, y cuentos, provisiones esenciales para alimentar la imaginación.
Lo recorro con la mirada nublada por la nostalgia y agradezco que me recuerde que estoy viva de recuerdos, que resisten como él, al ser el único en el lugar. Resiste y a riesgo de parecer irracional (lo soy),mis sentimientos rinden homenaje al paraíso que me apropio como manifestación de mi propia vida, aún cuando sus frutos muy maduros hacen que cuando camino, los pise con mucho cuidado, cuidándolo y cuidándome.

© Silvia Cleonice Gabetta

Lápices grafito, técnica mixta, papel algodón, tamaño A2, medidas 42*57 cm
Katan pilun
Entre el 21 y 24 de junio en la Región de la Araucanía, zona centro sur de Chile, el pueblo Mapuche celebra el We Tripantu, que marca el inicio de un nuevo ciclo y la renovación de la vida. En esta ceremonia también se realiza un especial rito, el Katan pilun, motivo que me ha llevado a crear esta obra en marzo del 2022, perteneciente a la serie Mi Chile surreal.
El Katan pilun quiere decir romper la oreja, es una ceremonia propia de la mujer mapuche, la cual representa la transición de niña a mujer. En esta, el padre solicita a un retrafe o platero que elabore un par de chaway (aros mapuches) para otorgárselos a la niña, junto con ello le hará entrega de consejos enmarcado en valores, por ejemplo, el deseo de verla transformada en una mujer respetuosa, sabia y que entregue conocimientos, ahora que se ha convertido en una adolescente.
Estos chaway son especialmente de forma redondos, lisos y sin diadema. Simbolizan la inmensidad del cielo a la espera de recibir la sagrada Luna Kuyen. Son símbolos sociales, que destaca el valor del compromiso, la protección y es también una manera de transmitir la importancia del orden familiar en cuanto se refiere a las niñas, a la mujer soltera o mujeres casadas en la comunidad.
© XIMENA ATRIA ART
www.ximenaatriaart.com

Lápices grafito, técnica mixta, papel algodón, tamaño A2, medidas 42*57 cm
La Tirana
Cada 16 de julio en la Pampa del Tamarugal, zona norte de Chile, se desarrolla la fiesta religiosa más grande del país. Y es el motivo de inspiración para crear la obra llamada La Tirana, correspondiente a la serie Mi Chile surreal, en enero del 2022.
La Tirana es un pueblo que queda a unos 80 kilómetros de la ciudad de Iquique, donde miles de personas entre bailes y cantos conmemoran a la Virgen del Carmen.
La tradición de esta fiesta se origina en una leyenda que data del año 1535, cuando Diego de Almagro salió del Cuzco a conquistar Chile.
En la comitiva iba el príncipe de los Incas, Huillac Huma, ultimo sacerdote del extinguido culto del sol y su joven y bella hija, Ñusta Huillac, que componían la expedición en calidad de prisioneros. Cuando el ejército español avanzaba cerca de Pica, la joven huyó, seguida de su padre y otros servidores, al bosque de Tamarugos, hoy llamado Pampa del Tamarugal.
Desde ahí, con gran firmeza, Ñusta Huillac intenta reestablecer el poder de su nación, lo que a su vez le permitió ser temida por sus enemigos y conocida con el nombre de la bella “Tirana del Tamarugal”.
La historia tomará otro camino para la joven, cuando conoce al expedicionario portugués apresado por sus seguidores, llamado Vasco de Almeida. Entre ellos nace una historia de amor, hasta que fue descubierta, lo que provoca un gran conflicto y trae como consecuencia que sean ejecutados. Sin embargo, Vasco de Almeida convence a Ñusta Huillac de ser bautizada antes de morir, de esa forma su amor renacería en el más allá y sus almas vivirían siempre unidas.
Ella accede y en el momento en que Almeida bautizaba a la joven, sus seguidores se sintieron traicionados y dispararon sobre ellos.
Años más tarde, el fraile Antonio Rendón encontró en el bosque del Tamarugal una cruz cristiana, y en el mismo sitio levantó una Iglesia que se ha conservado hasta nuestros días con el nombre de “Nuestra Señora del Carmen de la Tirana de Tarapacá”.
© XIMENA ATRIA ART
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