Los libros de Lengiz
La cartelería en la Unión Soviética
Es imposible hablar de cartelismo sin hacer mención en algún momento a los carteles soviéticos de la década de 1920, objeto de muchísimas imitaciones en el mundo del diseño y que fueron un excelente instrumento propagandístico.
Y precisamente, dentro de este contexto, la lectura y la imagen de los libros, eran objeto de forma recurrente en esa propaganda soviética, ya que el libro representaba la universalización de la educación y el acceso a la cultura, algunos de los muchos valores que la Revolución intentaba asentar en toda la población.
Por esta razón, este mes de junio lo vamos a dedicar a uno de los múltiples ejemplos que podemos encontrar, ya que es posible que no exista otro país en el que el cartel se haya utilizado tan intensamente.
Análisis del cartel
Se trata de un cartel realizado por Alexander Rodchenko en 1925.

La palabra “Lengiz” que aparece repetida arriba y debajo de la imagen, corresponde a las iniciales en ruso de “Editorial Estatal, Sección de Leningrado”.
En el cartel se muestra a Lilya Brik, un personaje destacado en la escena vanguardista rusa, gritando: “Libros. Conocimiento en todos los campos”, intentando simular que se trata de una chica de clase obrera, animando a sus camaradas a leer.

En el cartel se puede observar como se mezclan tipografías, colores, fotomontajes, y sobre todo un mensaje. Todo ello, en un intento de demostrar que el arte debía ser funcional, que debía romper con los medios tradicionales dando un paso más en esa utilización del cartel como medio publicitario, que ya había iniciado Chéret a finales de 1800.
Alexander Rodchenko
Vamos a conocer un poco mejor a los tres protagonistas de nuestro cartel y vamos a empezar con su autor, al menos en la parte gráfica: Alexander Rodchenko
Rodchenko, fue sobre todo un artista polifacético que cultivó la escultura, la pintura, el diseño gráfico o la fotografía. Pero también es destacable en su bibliografía el hecho de ser uno de los fundadores del llamado constructivismo ruso, contruction art (arte para la construcción).

Rodchenko nació en San Petersburgo en el seno de una familia obrera, por lo que no es difícil entender que se alineara con los bolcheviques.
En la década de los 20, Rodchenko y Vladimir Mayakoyski crearon una empresa que sería algo muy similar a lo que hoy conocemos como una agencia de publicidad, llamada Mayakovski-Ródchenko Advertising-Constructor. Crearon más de 150 piezas publicitarias.
Rodchenko se encargaba del diseño gráfico mientras que Mayakoyski creaba eslóganes breves y directos, no en vano, es considerado como una de las figuras más relevantes de la poesía rusa.
Ródchenko exploró el fotomontaje para el diseño de carteles, como lo muestra nuestro cartel. En realidad, lo quiso utilizar como alternativa a la pintura, ya que la fotografía era mucho más automática. O simplemente era otro intento para romper con los medios tradicionales.
Vladimir Mayakoyski y Lilya Brik
Ya hemos mencionado a Vladimir Mayakoyski, como el socio de Ródchenko en Mayakovski-Ródchenko Advertising-Constructor y al igual que él, apoyó la política cultural de la administración bolchevique.
Como poeta decidió dedicar casi toda su obra a Lilya Brik, la chica de clase obrera de nuestro cartel. Le dedicaba poemas e incluso la mencionaba de forma explícita en sus obras.

El romance de Vladimir Mayakoyski y Lilya Brik atrapó la atención del público, probablemente por el hecho de que ella no se divorció de su esposo.
Al final de su vida, Vladimir Mayakoyski vivía de forma atormentada y decidió suicidarse de un disparo al corazón. Algunos autores atribuyeron ese suicidio a la tortuosa relación que tenía al final de su vida con Lilya. Sin embargo, ella lo negó e incluso llego a afirmar que lo había salvado otras veces del suicidio.
Y hasta aquí la historia de nuestro cartel. No obstante, volveremos algún otro mes con otro cartel de la Unión Soviética. No sólo por la proliferación de estas obras, sino también por su belleza.
De momento nos quedamos con la emoción que se vivió en la confección del cartel de «Los libros de Lengiz» , donde se mezclaron el amor, la pasión, el arte y sobre todo las ansias de romper con lo establecido.
¿Y no es eso una verdadera revolución?
Texto © María Ángeles Espílez Murciano