Lucía Sánchez Saornil
Lucía Sánchez Saornil nació en Madrid, el 13 de diciembre de 1895. Su madre y su hermano murieron siendo Lucía todavía muy joven. Cuando falleció su madre, contaba con solamente 12 años y medio, según testimonia Ignacio Soriano en su obra “Lucía Sánchez Saornil, entre mujeres anarquistas” por lo que quedó al cargo de la casa y de su hermana menor. Su padre, trabajó en la Compañía Madrileña de Teléfono hacia 1918 aunque parece que no demasiado tiempo.
Dado que su familia era de condición humilde, tuvo que compaginar sus estudios de arte con el trabajo. Algunas informaciones opinan que cursó estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; sin embargo, como pone de manifiesto el historiador Ignacio Soriano, no parece que siguiera esos estudios, aunque es posible que se matriculase por libre en la escuela de pintura adjunta a la
Academia. Lucía, entonces, empezó a trabajar en la compañía Telefónica, en 1916.
En aquellos años comenzó a frecuentar los ambientes literarios ultraístas y modernistas, llegando a publicar en Los Quijotes, Grecia, Cervantes, Ultra, Tableros, Plural, Gran Guiñol y Manantial.
Paralelamente a su actividad literaria, se vinculó a los ambientes anarquistas, llegando a tomar parte en la gran huelga de Telefónica. La consecuencia de esa participación fue la de ser obligada a trasladarse a Valencia, donde permaneció desde 1927 a 1931.
Fue secretaria de redacción de la CNT, de la FNI ferroviaria en los años 33 y 34, mientras proseguía con una intensa labor literaria.

Lucía Sánchez Saornil nació en Madrid, el 13 de diciembre de 1895. Su madre y su hermano murieron siendo Lucía todavía muy joven. Cuando falleció su madre, contaba con solamente 12 años y medio, según testimonia Ignacio Soriano en su obra “Lucía Sánchez Saornil, entre mujeres anarquistas” por lo que quedó al cargo de la casa y de su hermana menor. Su padre, trabajó en la Compañía Madrileña de Teléfono hacia 1918 aunque parece que no demasiado tiempo.
Dado que su familia era de condición humilde, tuvo que compaginar sus estudios de arte con el trabajo. Algunas informaciones opinan que cursó estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; sin embargo, como pone de manifiesto el historiador Ignacio Soriano, no parece que siguiera esos estudios, aunque es posible que se matriculase por libre en la escuela de pintura adjunta a la Academia. Lucía, entonces, empezó a trabajar en la compañía Telefónica, en 1916.
En aquellos años comenzó a frecuentar los ambientes literarios ultraístas y modernistas, llegando a publicar en Los Quijotes, Grecia, Cervantes, Ultra, Tableros, Plural, Gran Guiñol y Manantial.
Paralelamente a su actividad literaria, se vinculó a los ambientes anarquistas, llegando a tomar parte en la gran huelga de Telefónica. La consecuencia de esa participación fue la de ser obligada a trasladarse a Valencia, donde permaneció desde 1927 a 1931.
Fue secretaria de redacción de la CNT, de la FNI ferroviaria en los años 33 y 34, mientras proseguía con una intensa labor literaria.
La guerra civil
El 19 de julio de 1936, participó en el asalto al cuartel de la Montaña. Después, se marchó al frente donde ejerció labores de periodista, llegando a ser redactor jefe del periódico valenciano Umbral en 1937. De Valencia se trasladó a Barcelona y en mayo de 1938, se encargó de la Secretaría General de Solidaridad Internacional Antifascista. Aunque su labor más notoria fue la de su militancia anarcofeminista en la organización Mujeres Libres, de la que fue cofundadora en 1936 y secretaria nacional. El primer número fue publicado el 20 de mayo de 1936 y se agotó casi inmediatamente. El segundo apareció el 15 de junio. En total se publicaron 14 números, aunque el último estaba en imprenta cuando el frente de batalla llegó a Barcelona y, lamentablemente, no se conserva ninguna copia.

La posguerra
Lucia estuvo en los campos de refugiados franceses hasta que se trasladó a París en 1940 con su compañera, América Barroso.
Su activismo anarcofeminista hizo que tomara posturas muy claras sobre la mujer, en temas como el matrimonio o la maternidad y otros. Respecto al primero, Lucía sostenía que, a pesar de que para el anarquismo la alternativa a la familia y al matrimonio convencional era el amor libre, en la práctica, sin embargo, no siempre era así. Lo confirma el hecho de que se celebraron muchas ceremonias civiles en los Ateneos y sindicatos anarquistas. Por esta razón, escribió un artículo en la revista Mujeres Libres en el que denunció esta situación retrógrada. Dicho artículo si tituló Proyecto para la creación de una fábrica de bodas en serie (Churros auténticos). Avanzando todavía más en la idea, llegó a equiparar el matrimonio con la prostitución cuando las mujeres carecían de un salario propio y de un cierto grado de equiparación moral. Respecto a su postura ante la maternidad, Lucía frente a la corriente mayoritaria, que pensaban que la procreación de los hijos era la culminación de la vida de la mujer, Sánchez Saornil defendía que la maternidad era solo una entre las muchas posibilidades que disponía la mujer para realizarse. Dijo textualmente: «el concepto de madre absorbe el de mujer, la función, anulando al individuo. Para un anarquista, antes que el trabajador, está el hombre, antes que la madre debe estar la mujer.»
Su vuelta a España se debe a la ayuda que les prestó Electra que vivía en La Junquera y les facilitó el paso. Se asentó en Madrid y después se trasladó a Valencia. En 1954 encontró trabajo como representante de unos laboratorios farmacéuticos y, más tarde, de vendedora de ropa.
Murió en Valencia el 2 de junio de 1970.
