Manolo Prieto y su toro más famoso
Manolo Prieto fue un diseñador, pintor, escultor y diseñador de medallas del Puerto de Santa María. Su vida, marcada por una enfermedad, fue interesante e intensa. Entre sus múltiples trabajos recibió muchos premios por sus carteles taurinos, como el que figura en la portada, que fue Primer Premio en la Corrida de la Beneficencia de 1958. Pero de todos esos carteles, uno en especial es el que nos ocupa en esta colaboración. Querido lector, hoy le traigo la historia de “El Toro de Osborne”, el toro más famoso diseñado por Manolo Prieto.
El Puerto de Santa María y su infancia
Manolo Prieto, nació en el Puerto de Santa María en 1912. Según cuenta él mismo en su autobiografía, era un niño normal hasta que a los 3 años y como consecuencia de un sarampión, contrae un asma bronquial que le acompañaría toda su vida.
El hecho de que con cualquier esfuerzo se ahogara, hizo que se convirtiera, más que en un niño juguetón y revoltoso, en un niño observador. Y eso hizo que fuera adquiriendo todas las herramientas artísticas. Así de sencillo lo cuenta él mismo: “Recuerdo mis dibujos infantiles como los de todos los niños, y cómo descubrí un día que las patas de un burrito no eran todo seguidas sino que al final había un volumen de distinta calidad, las pezuñas, y que había que destacar”.
La enfermedad le marcó tanto, que no solo tuvo que dejar la escuela sino varios trabajos, acabando por trabajar con su padre. Eso hace que cada vez más se refugie en el arte. Un episodio de su vida, ilustra muy bien esta situación. Su abuelo le regala una bicicleta y ese regalo le hace muy feliz, pero al ver que no podía utilizarla, decide venderla para comprar sus primeros pigmentos de colores, con las que hizo dos exposiciones con las que ganó el dinero suficiente para irse a Madrid.
No es ésta, la única ocasión en la que Manolo Prieto, logra dar la vuelta a una situación desfavorable….
Su llegada a Madrid
Cuenta Manolo Prieto que su estancia en el Puerto de Santa María cada vez se le hace más penosa. Llora en muchas ocasiones escuchando a su familia temer por su vida, por ver pronta su muerte, ya que cada vez tiene más dificultades para respirar.
Entonces, con el dinero que ganó en sus dos exposiciones, decide irse a Madrid, para seguir con la pintura y ahí se produce el milagro. Los médicos le diagnostican asma climática, producida por la proximidad de la costa. Madrid con su aire seco y su altura topográfica, hace que sus ataques sean cada vez más espaciados y poco a poco va recobrando más fuerzas para llevar una vida normal.
La Guerra Civil Española y el nacimiento de Teté
Durante la Guerra Civil formó parte del bando republicano y dibujó para publicaciones como el Altavoz del Pueblo y diario El Sol. También trabajo activamente en la Delegación de Propaganda y Prensa del Ministerio de Turismo, donde conoció a Alberti, María Teresa León y a Miguel Hernández.
Pero al acabar la guerra, el hambre y la pobreza se instalaron en Madrid y en su familia. Hasta que la Cámara de Comercio Alemana le dio trabajo como dibujante. Fue denunciado pero el director de la Cámara decidió ayudarle y empezó a trabajar, primero para los alemanes y posteriormente obtuvo un trabajo en la Embajada de Estados Unidos, en Casa Americana, bajo el seudónimo de Teté, para evitar más represalias.
Publicidad Azor
Cuando llegó Truman a la Presidencia de los Estados Unidos, en una operación de reducción de gastos, se decide prescindir de sus servicios.
Y es entonces cuando empieza a trabajar en Publicidad Azor como Director Artístico. Uno de sus primeros clientes fue Osborne que le encargó una valla para publicitar en las carreteras su brandy Veterano.
Corría el año 1956 y Manolo Prieto decide diseñar la silueta de un toro, mirando al frente. Pero a Osborne no le convence este diseño que lo ve más apropiado para una ganadería.
Pero Manolo Prieto, a quien la vida le había puesto ya, en más de una dificultad, decide viajar al Puerto de Santa María e intentar convencer a Osborne de la silueta del que, con el tiempo se convertiría en el toro más famoso.
Los primeros toros
En 1957, Osborne y José Luis Gómez Bermúdez recorrieron las carreteras españolas buscando emplazamiento para los más de 200 Toros de Osborne que se colocaron.
El primero se colocó en el kilómetro 55 de la carretera Madrid-Burgos, en la localidad de Cabanillas de la sierra. La valla medía 4 metros de altura y estaba fabricada en madera.
Aquellos primeros Toros eran ligeramente diferentes de los que hoy en día conocemos. Tenían el cuerpo negro, los cuernos blancos, y en su cuerpo en grandes letras rojas perfiladas en blanco resaltaba la leyenda “Veterano Osborne”, con una copa de Brandy dibujada sobre la “N” de la palabra Veterano.

Pero la madera se fue desgastando por la climatología, y en 1961 se fabricó el primer toro en chapa metálica, con 7 metros de altura.

Desaparecieron los cuernos blancos y las letras se convirtieron en grandes reclamos en color rojo.
En 1988, la Ley General de Carreteras obliga a retirar la publicidad de cualquier lugar visible en todas las carreteras estatales. Osborne, decide retirar cualquier tipo de publicidad sobre la silueta, quedándose esta como la conocemos actualmente, un toro negro y enorme.

El indulto del toro
Sin embargo en 1994, cuando nuestro toro estaba a punto de cumplir los 40 años, en el Ministerio de Transportes y Obras Públicas, de la mano del entonces Ministro Josep Borrell, se instaba a retirar todas las vallas publicitarias situadas en los márgenes de las carreteras españolas para hacer cumplir, completamente, la Ley General de Carreteras de 1988.
A partir de ahí, nace una campaña para indultar a la silueta del toro. Ayuntamiento, Parlamentos autonómicos, asociaciones, intelectuales, políticos y artistas, muestran su apoyo a Manolo Prieto.
Mingote, Rafael Albertí, Bigas Luna, Antonio Gala, Francisco Umbral, fueron algunos de los que manifestaron públicamente su apoyo a que el toro continuase en nuestras carreteras.

Ante estos avales y las protestas que suscitaba la retirada del toro, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, decidió no retirar ninguna valla hasta que los jueces se pronunciasen. Nuestro toro pasaba al Tribunal Supremo.
Pero el tema no dejaba de incomodar al Ministerio y a la espera de la sentencia del Tribunal Supremo, decide enviar el asunto para ser discutido en el Congreso de los Diputados, que en 1994 acabó indultando al toro, al ser declarado en el propio Congreso de los Diputados, como bien del patrimonio cultural y artístico de los pueblos de España.
En 1997, el Tribunal Supremo acaba pronunciándose y dicta sentencia a favor del mantenimiento de los toros de Osborne debido al «interés estético o cultural» que se les ha atribuido.
La vida del toro después de su indulto
A partir del indulto, el toro dejó de ser un reclamo comercial, y a lo largo de su vida ha sido objeto de las más variopintas proclamas, en muchos casos contra la tauromaquia, otras como reivindicaciones de tipo político, incluso en Mallorca se pintó con los colores de la bandera gay y se le retiraron los testículos.
Pero si alguien cree que el toro de Manolo Prieto se ha quedado solo en España se equivoca. En Matsunoyama, una pequeña localidad de Japón y tras un monte de hayas, podemos encontrar a nuestro toro, imponente con sus 10 metros de altura. Un mes de julio decidió visitar esta localidad como parte de la Echigo Tsumari, la muestra de arte contemporáneos al aire libre más importante del mundo. Fue tal la pasión que despertó el toro entre sus visitantes, que los responsables decidieron que la pieza pasase a formar parte de la colección permanente. Por cierto, como curiosidad está construido a prueba de terremotos, como todo en Japón.

Ya ve mi querido lector, que lo que rodea a nuestro toro siempre acaba transcendiendo de la mera valla comercial. Y es que, el hecho de que una silueta tan sencilla haya conseguido atesorar tanta historia, tantos adeptos y tantos detractores, nos hace entender por qué Manolo Prieto es uno de los artistas más importantes de nuestro tiempo.