Margarita Salas

¿A quién no le han preguntado alguna vez qué quería ser cuando fuese mayor? Es una de esas preguntas-torturas con la que los adultos acostumbran a machacar a los niños cuando no tienen la suficiente confianza o un trato habitual, sublime sustituta  de aquella inmemorial de “a quién quieres más, a papá o a mamá”. Pregunta que siempre me sumía en un silencio aún más cauteloso del que había tenido a ese momento. Y que dejaba una impronta en mi mente de que la infancia se acabaría algún día, y que esa circunstancia se aproximaba a toda velocidad al mismo tiempo que se incrementaba la insistencia del sondeo.

Era una prolongada persuasión en la necesidad de tener un objetivo en la vida desde bien pequeña, una vocación a la que dedicar mis esfuerzos diarios y venideros. Como hija de trabajadores en la década de los 60 y en Málaga, mi universo era muy limitado y previsible, circunscrito al barrio y a la familia, donde abundaban madres amas de casa y padres obreros con ingresos exiguos y una vida carente de acicates culturales y de mejoras que no fuesen llegar a final de mes con comodidad y sin demasiados apuros. Las preferencias poco variaban de ser maestra o profesora, enfermera, quizás en un arranque de atrevimiento ser médico. En una ciudad, donde como mucho se veía una sola cadena de televisión en blanco y negro, aún no habían llegado los sueños de ser periodista, astronauta, deportista famoso, cantante o actor y mucho menos dedicarse a profesiones como arquitecto, ingeniero o abogado. Ni intuir los senderos minados de machismo que entorpecían la dedicación de la mujer a la mayoría de sectores económicos, empresariales y académicos. Pero este último es un tema que merece una revisión aparte y exhaustiva, así que lo aparcaremos hasta otro momento.

Imagen de Margarita Salas

Descubrí entonces que lo apasionante era estudiar, aprender, leer incluso hasta los envases de champú; que no tenía vocación para nada específico pero que todo lo escrito que me rodeaba era excitante, que afuera de mi casa, del barrio y de la familia existía un mundo desconocido –para mí- y que la lectura me permitiría explorarlo de acuerdo a mis escasas posibilidades. Descubri- mientos teóricos, pero al fin y al cabo hallazgos que me fascinaban y hacían que mi imaginación se desplegara fuera de mi entorno.

Dice Max Delbrück, considerado el padre de la genética molecular, que “Si uno no tiene dotes para ser artista, ¿qué otra cosa mejor puede ser sino científico?”.  Es obvio que yo desconocía esa frase (posiblemente la pronunció tiempo después que mis infancia y adolescencia acabasen). Pero Margarita, Margarita Salas, sí la conocía o al menos la intuyó.  He comenzado este texto pocos días después de su muerte (coincidiendo en el día con el nacimiento de Madame Curie), la de una mujer que desde hace años me cautivaba y suscitaba en mí una gran admiración no exenta de cierto puntito de envidia.

Imagen de Margarita Salas

¿Quién era Margarita Salas? Ni más ni menos que nuestra particular Marie Curie  (aunque no le gustaba ni chispa esa comparación)  en el campo de la bioquímica y la biología molecular.  Hija de médico, nació el 30 de noviembre de 1938 en Canero (Asturias) y murió el 7 de noviembre pasado. Se licenció en Químicas en la Universidad Complutense de Madrid en 1963 e hizo el doctorado bajo la supervisión de Alberto Sols. Junto a su marido, el también investigador Eladio Viñuela, se trasladaron a Estados Unidos en 1964 para trabajar hasta el 1667 con Severo Ochoa. De hecho, fue este el director de su trabajo postdoctoral y quien realmente la orientó para seguir el camino de la bioquímica molecular. Allí averiguó la importancia de la dirección de lectura del código genético, pues según fuera esa dirección de lectura, el mensaje del ADN y las proteínas serían distintas.

Y volvieron a España para desarrollar y enseñar todo lo que habían aprendido, fundando el primer grupo de investigación en genética molecular que hubo en nuestro país, gracias a la financiación americana. Ante la falta de recursos monetarios para investigar en España, el matrimonio se decidió a estudiar el fago Phi29, un virus pequeño y accesible. Eladio posteriormente abandonó el proyecto para centrarse en la búsqueda de soluciones para la peste porcina y lo logró. Mientras, Margarita descubrió la polimerasa y sus múltiples aplicaciones en la biotecnología (según ella, pura serendipia).


Su actividad científica fue extensa y productiva: más de 400 publicaciones en revistas y libros internacionales, directora de más de una treintena de tesis doctorales, 369 congresos, 465 conferencias,8  patentes entre las cuales se encuentran las que más ingresos han generado al CSIC, miembro de Academias nacionales e internacionales, la presidencia de la Fundación Severo Ochoa, sillón i  de la RAE (su discurso de entrada fue Genética y lenguaje), innumerables premios de los que me gustaría destacar el Premio Severo Ochoa de Investigación de la Fundación Ferrer (1986), la Medalla G.J. Mendel de la Academia de Ciencias de Checoslovaquia (1988), nombrada “Mujer Líder 2009” por Aliter, la Medalla Echegaray (fue la primera mujer en recibirla, en 2016) y el Premio Inventor Europeo (2018). Miembro del Comité Científico Asesor del Max-Planck Institute für Molekulare Genetik, Berlín (1989-1996) y del Instituto Pasteur de París (Francia, 2001).
También  fue nombrada Marquesa de Canero (algo anecdótico) por su valiosa entrega a la investigación científica sobre Biología Molecular (2008).

¿Cuáles fueron sus principales descubrimientos?

Determinar que la lectura del mensaje genético transcurre en la dirección 3’ a 5’

Un marco de lectura es una de las posibles formas en que se puede dividir una secuencia de nucleótidos de ADN o ARN  para formar un grupo de tripletes consecutivos no solapados. Cada uno de estos tripletes resulta equivalente a un aminoácido o señal de terminación durante la traducción, se lo llama codón.. Una molécula de ácido nucleico de cadena simple posee un extremo fosfato, llamado extremo 5´ (se lee extremo cinco prima) y un extremo hidroxilo, llamado extremo 3´. Estos extremos definen la  dirección 5´→3´. 

Secuencia científica

Demostrar que la proteína (de tipo histona) p6 coopera con la proteína p4 en la represión del promotor temprano A2c y en la activación del promotor tardío A3

Las histonas son proteínas básicas, de baja masa molecular, y están muy conservadas entre los eucariontes. Forman la cromatina, junto con el ADN, sobre la base, entre otras, de unas unidades conocidas como nucleosomas. La cromatina resuelve el problema del tamaño del ADN dentro del núcleo, compactándolo.


Demostrar que el triplete sin sentido UAA da lugar a la terminación de la cadena polipéptida en un sistema de Escherichia coli

Existen tres tripletes sin sentido o codones de terminación (FIN) que no codifican para ningún aminoácido: UAA (ocre), UAG (ambar) y UGA (ópalo). La mayoría de los aminoácidos están determinados por más de un triplete, excepto la metionina (AUG) y el triptófano (UGG) que son los únicos que poseen un solo triplete.

encima de la niebla

Demostración de la presencia de formilmetionina como iniciador de las proteínas codificadas por un mensajero policistrónico en un sistema de E. coli.

La labor de la formilmetionil es, específicamente, la iniciación de la síntesis de proteínas a partir de los genes de las bacterias, las mitocondrias y los cloroplastos.


Caracterización de una proteína unida covalentemente a los extremos 5′ del DNA  del bacteriófago ø29 (Phi29).

Los bacteriófagos, o virus que infectan bacterias, son probablemente los organismos más abundantes de la tierra. Presentan en su mayoría un genoma concatemérico con unidades genómicas repetidas en tándem y unidas por los extremos en el proceso de replicación. Margarita demostró que el Ф29 y fagos relacionados tienen además una proteína unida covalentemente.

Demostración de que la iniciación  de la replicación del DNA  de ø29 comienza en el segundo nucleótido  desde el extremo 3′ y propuesta de un mecanismo de deslizamiento  hacia atrás implicado en la fidelidad del proceso de iniciación.

Demostración de la existencia de un paso de transición en la replicación del DNA de ø29 en el que la DNA polimerasa se disocia de la proteína terminal cuando ésta ha incorporado diez nucleótidos.

Caracterización en la DNA polimerasa de ø29 de un dominio implicado en la actividad  exonucleasa 3’→5′ y un dominio implicado en las actividades de iniciación y polimerización. Demostración de la conservación de estos dominios  en varias DNA  polimerasas de organismos procarióticos y eucarióticos.

Síntesis in vitro del DNA de ø29 utilizando la proteína terminal  y la DNA polimerasa de ø29 como únicas proteínas.

Amplificación  in  vitro  del  DNA  de  Phi 029  utilizando la  proteína  terminal, la  DNA   polimerasa,  la proteína p6 que se une a los orígenes de replicación, y la proteína SSB de 029. Demostración de que el DNA amplificado in vitro es infectivo.

Las propiedades de la DNA  polimerasa de 029 (procesividad, desplazamiento de cadena  y fidelidad) han dado lugar a su comercialización para amplificar DNA circular y DNA genómico lineal.

Imagen de la quimera de la polimerasa del fago 29
Imagen de la quimera de la polimerasa del fago 29

He unido todos estos descubrimientos por ser concomitantes.
Una polimerasa es una enzima (moléculas orgánicas que actúan como catalizadores de reacciones químicas
, es decir, aceleran la velocidad de reacción; comúnmente son de naturaleza proteica, pero también de ARN) capaz de transcribir o replicar ácidos nucleicos, que resultan cruciales en la división celular y en la transcripción del ADN.
El hallazgo de la ADN  polimerasa del fagovirus Phi29 permite a los oncólogos ampliar pequeñas poblaciones de células que podrían dar lugar a tumores y así estudiarlos con más facilidad y rapidez.
Tiene amplias aplicaciones en biotecnología: permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Básicamente ensambla moléculas de ADN mucho más rápido y con mucha más precisión que otras moléculas. Se usa en todo el mundo y principalmente en medicina forense, oncología, arqueología (análisis paleontológico).
El hallazgo de la ADN  polimerasa del fagovirus Phi29 permite a los oncólogos ampliar pequeñas poblaciones de células que podrían dar lugar a tumores y así estudiarlos con más facilidad y rapidez.
También permite que con pequeñas cantidades de ADN (un pelo encontrado en un crimen, un resto arqueológico) se amplifique millones de veces hasta poder ser analizado, secuenciado y estudiado.
En los últimos años había desarrollado una quimera (versión optimizada) de la polimerasa que la hace más estable y que funciona con cantidades de ADN aún más pequeñas.


Para acabar este artículo  destacaré  algunas de sus frases, esas en que se retrataba como científica y mujer (al menos bajo mi punto de vista):

“No hace falta ser un genio para ser buena científica, yo soy una persona normal”

“No concibo la vida sin investigación”


“Cuando yo era joven a las mujeres no se nos consideraba capacitadas para investigar. Incluso mi director de tesis, Alberto Sols, era muy machista aunque después se convirtió”


“A partir de cierto momento, el hecho de ser mujer fue positivo porque lograba mayor repercusión mediática que mis colegas masculinos”


“Ahora es distinto aunque ahora hay problemas por la edad. Por ejemplo, no puedo ser investigadora principal para determinadas entidades financiadoras”


“Yo no quiero cuotas, no quiero que a las mujeres se nos dé nada por el hecho de ser mujeres. Que se nos dé si lo valemos, pero que no se nos quite por el hecho de serlo”


“Según datos de hace unos pocos años, sólo 10 de los 76 rectorados están ocupados por mujeres, esto significa que nos queda camino por recorrer”


“Un deseo para la ciencia en España: dinero. Ahora mismo es un desastre, y el dinero es la mejor forma de demostrar que se valora la ciencia”


Margarita Salas trabajando

Y de nuevo amenazo (no será la última vez) que volveré en el próximo número. Muchas gracias por vuestra atención.

© Carmela Pérez Núñez
Fotografía:geralt
Fuentes: Portal UNED, Diccionario RAE, A hombros de gigantes, Muy Interesante, Agenciasinc, CSIC, National Geographic, El Diario, cyalimentos.edu, Fundanción Lilly, Repositorio.uam, Wikipedia

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