Masquerade, en busca del tesoro

Tom Maschler, de la editorial británica Jonathan Cape, contactó con el artista Kit Williams. Después de ver su obra, le sugirió que podía hacer un libro con ilustraciones. Sin embargo, Williams no quería hacer un libro infantil y su intención era crear un libro que no fuera desechado sin más después de leerlo y que perdurara en la memoria de sus lectores algunos años. Fue así como ideó su plan. Querido lector, vamos a descubrir la historia que se esconde detrás de este libro. Hoy hablaremos de «Masquerade», de Kit Williams, que revolucionó Reino Unido en 1970.


Argumento de «Masquerade»

«Masquerade» cuenta la historia de una liebre llamada Jack Hare, a través de quince ilustraciones. La liebre tiene que llevar un tesoro muy valioso de la Luna (representada por una mujer) al Sol (representado como un hombre). Pero la liebre pierde la joya y el lector tiene que descubrir la ubicación del tesoro.

Las quince ilustraciones, estaban repletas de animales y personas y a su alrededor aparecían una serie de escritos, que, no sólo servían para ir contando la historia de Jack Hare, también contenían claves. Uniendo todas las claves se podía encontrar la ubicación del tesoro. Era como un puzle de pistas y el rompecabezas se resolvía cuando se juntaban todas las claves.

Portada libro Maquerade

Muchos cazadores del tesoro, acudían a amigos y familiares ya que las claves y enigmas que se contenían en las ilustraciones, pertenecían a varias disciplinas: matemáticas, física, geografía, historia hasta política. Así, entre todos, el libro más que leer se estudiaba, que era lo que precisamente pretendía Williams. Había conseguido su objetivo.


El tesoro

El libro se convirtió en un verdadero éxito de ventas, no sólo en Reino Unido, también por todo el mundo. Pero con las ventas también empezó a crecer el miedo a que todo fuera una mentira, y que realmente el tesoro no existiese.

Eso hizo que Williams apareciera en los medios de comunicación, explicando que las claves que guardaban las ilustraciones servirían para encontrar el lugar en el que estaba enterrado el tesoro, una liebre de oro de 18 quilates, con incrustaciones de rubí y piedras de luna, valorada en 35.000 euros de la época.

Efectivamente, la liebre que también había sido creada por Williams, estaba enterrada en un pequeño ataúd de cerámica. La razón de utilizar cerámica como método de protección era frustrar los intentos de localizar el tesoro mediante un detector de metales.

Liebre dorada con joyas
El ataúd llevaba inscrita la siguiente leyenda: «Soy el guardián de la joya de Masquerade, que yace segura dentro de mí esperando por ti o por la eternidad»

Sólo dos personas conocían la ubicación del tesoro: El propio Williams y el presentador Bamber Gascoine que fue elegido como testigo por el escritor. Curiosamente, ese lugar había sido seleccionado por Williams años antes, mientras estaba de picnic con su novia de aquella época, y este dato resultaría, finalmente, crucial para resolver el enigma.


Y finalmente….

Finalmente, el tesoro fue encontrado. Pero antes de desvelar el nombre del ganador, vamos a desentrañar las claves que permitían encontrar la ubicación exacta. El tema como va a descubrir mi querido lector, no fue nada sencillo.

Para completar el rompecabezas había que dibujar una línea en cada uno de los animales que aparecían en las quince ilustraciones, desde su ojo, pasando por los dedos de las manos y los pies, hasta una letra en el borde. Esto revelaba una palabra y juntas se formaba una frase en inglés parecida a esta: «El dedo largo/de Catalina/hace sombra/sobre tierra/enterrado/amuleto/amarillo/mediodía/apunta/la/hora/bajo/la luz del equinoccio/busca tú».

De hecho, como nadie encontraba el tesoro se decidió publicar en el diario Sunday Times, una pista en la que se sugería que los dedos de las manos y los pies podrían ser la pista del rompecabezas. Y esa fue la clave para poder resolver el enigma.

Además, las primeras letras en inglés, de cada pista también deletreaban las frase: «Cerca de Ampthill».

Williams diría más tarde: “La clave iba a ser la Cruz de Catalina de Aragón en Ampthill , cerca de Bedford , proyectando una sombra como la aguja de un reloj de sol.”

Sombra Cruz Catalina
Williams escondió el tesoro cerca de un monumento dedicado a Catalina de Aragón, llamado Catherine´s Cross (La cruz de Catalina), justo en el lugar donde la cruz daba sombra durante el equinoccio de primavera y otoño.

Y el ganador fue…

Y ahora, el dato más esperado. El hombre que halló el tesoro se llamaba Ken Thomas. Sin embargo, no resolvió el misterio siguiendo las claves de las ilustraciones de Williams.

Efectivamente, el verdadero nombre del ganador no era Ken Thomas sino Dugald Thompson. La razón por la que ocultó su verdadero nombre fue porque había sido socio de un hombre llamado John Guard que, en el momento del descubrimiento, vivía con la exnovia de Williams, la que recordaba el lugar en el que un día fue a un picnic con Williams y como le gustaba a él ese sitio.

Y lo demás se lo pueden imaginar. Williams se sintió un poco estafado ya que aunque había conseguido que su libro se estudiara y no se dejara en una estantería olvidado, lo cierto es que al final la solución era más sencilla que la que él mismo había ideado y propuesto.

Lo cierto es que el público vio en «Masquerade» grandes problemas matemáticos y físicos, conspiraciones de todo tipo hasta religiosas y políticas y en realidad, sólo era un lugar en el que se encontraba un gran tesoro: el recuerdo de una preciosa tarde en la que dos novios se fueron de picnic.


© María Ángeles Espílez Murciano

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