Meninas

Tierna Margarita de austriacos albores.
Infanta, modelo de rubios cabellos
y tristes presagios.

En la sobria estancia del Alcázar,
te rodea la delicada protección de tus meninas.

Esa pequeña jícara,
¿será el chocolate de la tarde que Doña
Agustina de Sarmiento te ofrece?

Doña Isabel de Velasco,
parece meditar entre soñadora y pensativa,
mientras inicia una discreta reverencia.

Y es la enana Maribarbola, la «Maribobales»
quizá sin pretensión alguna de osadía,
la que fija sus punzantes y diminutos ojos,
en las egregias figuras de Doña Mariana y D. Felipe IV.

El pie, de Nicolasito Pertusato,
anda empeñado en no permitir,
el reposo de León,
el imponente mastín castellano.

D. Diego Ruiz de Arcona  

y Dña. Marcela de Ulloa,
a la sombra más recatada de la sala,
comentan alguna diligencia o protocolo.

Y D. José Nieto Velázquez, grave aposentador,
junto a la puerta de cuarterones castellana,
contempla ya lejano, la teatral escena.

Mientras, el genio del pintor, da vida
a este milagro intemporal,
a esta atmósfera de séquito,
tan regia, severa y española.

A este sutil y exquisito prodigio.
que solo Diego Velázquez
detuvo en el tiempo: En Las Meninas.

© Rosario de la Cueva

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