Mi maldita estampa

La verdad es que para el mes de enero iba a escribir sobre la incontestable, y a veces desagradable, virtud que posee el ser humano para quejarse. Pero eso lo voy a dejar para febrero, ya bien entrado el año, cuando occidente se esté quejando y llorando tras la sobremesa navideñomicroniana.

¿Y qué te ha hecho cambiar de opinión?, se preguntará usted, querido/a lector. 

Esta misma mañana he recibido un email procedente del formulario de “Comentarios y Sugerencias” de la página web de mi proyecto personal. Sin más dilación les dejo el mail para que puedan deleitarse con él:

Buenos dias,

Disculpe esta forma de contactarlo.

Mi nombre es Christiane Douêl nacida el 20 de junio de 1943 en Francia.

Tengo cáncer de cerebro terminal.

Soy viuda y no tengo hijos.

Estoy pensando en hacer una donación de 500.000 € que tenía guardada para un proyecto de construcción.

Te estoy dando este dinero, es una donación que te estoy dando sin nada a cambio.

Me gustaría que parte de este dinero se destinara a centros de asistencia para huérfanos y personas sin hogar.

Me duele mucho y tengo mucho miedo, casi no puedo dormir de noche ni de día, porque no quiero morir sin haber donado este dinero.

Acepte esta cantidad ya que puede resultar muy útil.

Quedo con la esperanza de leerte.

Responda a la siguiente dirección de correo electrónico: christiane15douel@gmail.com Que la Paz y la Misericordia de Dios te acompañe

Magnífico, ¿verdad? Cuán dadivoso gesto el de la viuda Douêl.

Obviamente sabemos que se trata de simple y llano “spam”, bastante pobre y desesperado, he de añadir, en comparación con otros que pululan por la red. Unos intentan atraerte hacia su estafa con un amplio elenco de contenido para adultos; otros inventándose una historia de una viuda con cáncer terminal que misteriosamente te quiere regalar 500.000 €. Pero, ¡ojo! ¡No te lo quedes todo! Dona algo a la caridad, por la Misericordia de Dios…

De lo que es capaz el ser humano es algo que casi todos somos conscientes. Carteles de droga que destrozan familias, dictadores y políticas que ejecutan y fusilan sin miramientos, orondos y entrados en canas militares que, sentados en un despacho decorado con banderitas y galones, se encargan de tomar decisiones que afectan a las vidas de millones de personas por motivos que tratarán de justificar hasta el día de su muerte… y un sinfín más de podredumbre que habita el mundo. Eso, tristemente, ya lo sabemos.

Pero yo quiero llegar a algo más personal, más humano y directo. Quiero llegar, en aras de intentar comprender al grueso de la humanidad, lo que realmente ocurre en la cabeza de aquellas personas que, aprovechando, por ejemplo, el cambio de la peseta al euro, toman zafarrancho a la salida de los bancos haciéndose pasar por organizaciones caritativas y estafan 200 o 300 € a una pobre anciana que navega entre las aguas de la confusión respecto al cambio de divisa.*

Quiero intentar entender a esos ridículos programas de televisión, que las autoridades por cierto permiten, en los que se muestra una absurda sopa de letras de la cual uno tiene que sacar nombres, o profesiones o ciudades del mundo. Estos esperpénticos programas se aprovechan de la abrumadora evidencia en sus respuestas para embaucar a los espectadores y tenerles en espera una generosa cantidad de minutos, que de manera casi mágica se transforman en suculentos beneficios para sus mezquinos productores.*

*Desgraciadamente he vivido en primera persona las consecuencias de los dos últimos ejemplos con parientes ancianos. Y créanme, dichas consecuencias pueden llegar a ser devastadoras en economías personales muy, muy justitas. 

En esta ocasión he querido hacer un ejercicio de personificación en el individuo que ha concebido este texto de la viuda Douêl para posteriormente escribir un bot de spam, o programa informático automatizado, que le permita distribuirlo sin contemplaciones por todo el planeta. Me lo imagino escribiendo ésta y otras tantas estafas más sin remordimientos, con el único objetivo de ganar dinero y pagar a muchachas de onlyfans o pornhub para que recreen escenas pornográficas disfrazadas de Juego de Tronos o Evangelion (una serie de anime). ¿Tendrá esta persona algún pariente con cáncer? ¿Le concederá el karma el honor de toparse frente a frente con algún ser humano que padezca realmente una enfermedad terminal? O quizá no salga nunca de su cueva. O quizá el desalmado esté siendo yo, que me mofo abiertamente de la pobre viuda Douêl. Ya me llegará mi castigo, ya…

Al final todo se basa en la empatía, en la capacidad de los seres humanos de ponerse en la situación de los demás sin tener que sufrirla. Por eso es tan importante en las relaciones sociales, en la interacción como comunidad. No necesito tener cáncer terminal para alcanzar a imaginarme un mero ápice del sufrimiento que esa persona y su alrededor están teniendo. No necesito que mi padre o mi abuela se mueran por COVID para darme cuenta de que tengo que actuar de manera responsable y siempre consciente de que vivimos en una sociedad, y que aunque somos miles de millones, nuestras aparentemente insignificantes decisiones afectan más de lo que creemos al conjunto que es la civilización humana. 

…y aun así, siempre nos quedarán momentos para las risas. Como cuando mis amigos/as y yo recordamos la entrañable historia del Príncipe de Zambia o Nigeria que durante los años dorados de internet, allá a finales de los 90 y principios de los 2000, te mandaba un picaresco mail en el que te pedía 10.000 pesetas para que luego él te pudiera mandar dos o tres millones. Recuerdo que con el paso del tiempo se volvió más elaborado y el mencionado heredero de la corona te explicaba que lo que debías pagar eran los trámites de donación para España o la Unión Europea, para que así luego él te pudiera enviar la transferencia final. Había imperios en juego, tierras, vehículos de lujo… cualquier cosa que su calenturienta mente podía imaginar. 

Y por cierto, no es broma, me acaban de mencionar en Instagram informándome de que acabo de ganar un iPhone 13. ¡Y no me ha hecho falta inscribirme en ningún sorteo! Qué suerte la mía, me voy a hacer una bonoloto.

Feliz año, amigas/os.


© Daniel Borge

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