Milton Glaser. Imposible elegir solo una
Lo confieso: no he sido capaz de decidirme por una sola obra de este ilustrador y diseñador. Su trabajo ha sido una constante creación y ha quedado en la retina de millones de personas que conocen sus carteles, portadas de discos e infinidad de proyectos que llevan su firma. Hombre sencillo y que ante todo buscaba la verdad, sin etiquetas, desde el corazón mismo de su amado Nueva York. Querido lector, hoy nos adentramos en el fascinante mundo de Milton Glaser.
Su elección por la ilustración
Glaser, nació en el Bronx en 1929 en el seno de una familia humilde. Una de esas tantas familias, de inmigrantes judíos húngaros, que habían llegado a Nueva York.
Una noche, cuando Glaser era un niño de tan solo cinco años, su primo acudió a cuidarlo para que sus padres pudieran salir un rato.
Para entretenerlo le dijo “¿Quieres ver un caballo?”. Glaser asintió y su primo metió la mano en una bolsa. Glaser pensó que sacaría el caballo de ahí, pero su primo sacó un lápiz y con ese instrumento dibujó un caballo en el lateral de la bolsa.
Glaser se dio cuenta en ese momento de que con un simple lápiz se podía crear todo un mundo que solo existía en su propia imaginación.
Ese fue el origen que marcaría toda su vida.
Italia le abre un mundo
A pesar del origen humilde de su familia, Glaser consiguió una beca para estudiar Bellas Artes en Bolonia, Italia, donde estuvo con el pintor Giorgio Morandi, al que a lo mejor recuerda mi querido lector, por el homenaje que le rindió el gran Federico Fellini en su película La Dolce Vita, donde aparecían algunas de sus pinturas.

Ese era el ambiente que frecuentaba Glaser en Italia y por eso no es de extrañar que él mismo reconociera que esa experiencia le cambió la vida por completo. Así lo contaba en una entrevista en El País en 2016: «Si a uno le interesa la comida o el arte, tiene que ir a Italia (…). Vivir allí me puso en mi sitio. Tuve que aprender todo de nuevo y cuando digo todo quiero decir todo. Italia cambió mi escala de valores»
Su primer estudio y su primer gran éxito
Cuando volvió de Italia, decide montar su propio estudio en 1954, junto a Seymour Chwast y Edward Sorel, entre otros.
El Push Pin Studio, como se llamaba, tendrá una fuerte influencia en los futuros postulados artísticos de todo el mundo. Esto se debe a que en el estudio se practicó siempre un eclecticismo que le permitió buscar la inspiración en toda la historia del arte. Esto puede comprobarse visionando toda la obra de Glaser.
Pero siguiendo con sus trabajos, tuvo diversos y todos ellos muy interesantes pero su primer éxito llegó en 1966 de la mano de Bod Dylan.
Jonh Berg, el director de Columbia Records, pidió a Glaser crear un cartel para incluir en el LP de Grandes Éxitos de Dylan de ese año. Glaser que recordaría toda su vida esos tiempos vividos en Italia, se inspiró en el autorretrato de 1957 de Marcel Duchamp.

Si bien la composición fue similar, Glaser añadió una serie de elementos muy característicos como el pelo rizado en arco iris con colores brillantes, inspirados en el Art Nouveau; el contraste de colores; o el tipo de letra, que el propio Glaser inventó para escribir la palabra DYLAN.

Sin duda fue uno de sus proyectos más carismáticos ya que se trata de uno de los trabajos más populares de la historia de la música. Con el álbum se llegaron a distribuir más de 6 millones de copias. La fama que adquirió el cartel hizo que se expandiera por todo el mundo. Un fotógrafo que estaba haciendo un trabajo en el río Amazonas le contó que había visto el cartel en una choza de una aldea indígena remota. A pesar de ello, dicen que el cantante no acabó muy contento con el resultado. Como decíamos, cuesta clasificar a Glaser en ningún estilo concreto, y tampoco fue el único póster musical que realizó. Aunque menos conocido, su cartel para Aretha Franklin se encuentra también entre lo mejor de su producción, aunque no fuera tan conocido como el de Dylan.

El New York magazine
Después de este éxito en 1968, junto a su amigo Walter Bernard, funda la revisa New York, como competencia al The New Yorker.
Además de diseñar el logo de la revista, inventando la tipografía como en el caso de Dylan, también participó activamente en su redacción, ejemplo de ello es este poster, que diseñó para promocionar la publicación, representando al Empire State Building en cuatro momentos diferentes.

I love New York
A finales de los años 70 llega uno de los momentos más importantes para Glaser y por el que es más conocido.
Nueva York estaba atravesando un mal momento de inseguridad, con atracos diarios y con una popularidad como ciudad peligrosa que se acrecentaba día a día. Glaser amaba a su ciudad, y estaba tan preocupado que mientras viajaba en un taxi contemplando su sufrida Nueva York, dibujó un croquis que seguro que mi querido lector habrá visto en infinidad de ocasiones.

Pensó que quizás podría ser un reclamo para recobrar el prestigio de Nueva York y decidió ceder los derechos a la ciudad y no cobrar nada por ello. Se convirtió en el objeto más comercializado y más rentable de Estados Unidos.
La utilización de una tipografía similar a la conocida fuente American Typewriter, así como el hecho de que proporciona un contraste visual al voluptuoso corazón, hacen que el mensaje sea sencillo porque como decía Glaser «Si lo tienes que explicar es que no funciona».
Glaser siempre creyó que los diseños permanecen en la memoria de la gente si son verdaderos. Él diseñó este logo desde el corazón, desde su amor a Nueva York, era lo que sentía y no pensó nunca en una campaña publicitaria. Y la gente lo entendió, lo entendimos.
Más trabajos de Glaser
A partir de ese momento Glaser no paró de trabajar.
En 2014 lanzó una campaña para crear conciencia sobre el cambio climático, llamada “No se está calentando, se está muriendo”. La imagen se presenta con un disco verde oscurecido por el humo negro para simbolizar la desaparición de la luz del planeta.

Ese mismo año también anunció con una serie de carteles al estilo Art Nouveau, la última temporada de la serie de televisión dramática estadounidense Mad Men.

Glaser también diseñó una botella de vodka dorada para el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Más tarde se arrepintió de este diseño y llegó a decir que “bajo ninguna circunstancia haría un trabajo para Trump hoy”, ya que lo vio como “una figura extremadamente peligrosa en la vida estadounidense”.

Ahora entenderá mi querido lector, porque he empezado esta colaboración diciendo que era imposible quedarse con una sola obra de este maestro, porque lo que he mostrado no es sino una pequeña parte de más de 300 posters, infinidad de logos y también importantes trabajos editoriales, como el realizado en España reinventando la estética de La Vanguardia cuando paso a su edición en color, o en otros periódicos como O Globo (Brasil) o el Washington Post.
Glaser nos dejó el día de su cumpleaños, el 26 de junio de 2020 a los noventa y un años debido a un derrame cerebral. Se fue ese niño que con la única arma de un lápiz, movió conciencias y abrió el mundo del arte a todos sus movimientos. Pero después de ver su obra y su vida ¿cómo se iba a limitar un genio a un solo movimiento artístico?