Mutaciones, de Susana Diez de la Cortina Montemayor
Susana Diez de la Cortina Montemayor acaba de publicar, a finales de 2019, su último libro titulado Mutaciones, un conjunto estructurado de poemas que dan fe del recorrido vital por caminos de regreso que buscan y se acercan al origen, antes incluso del punto de partida. La autora indaga epistemológicamente sobre dualidades conceptuales, haciendo uso de una simbología animista y buscando el nexo con seres emblemáticos y protectores, como el Árbol de la Vida. Esos itinerarios recorridos no son desplazamientos lineales –espacio-temporales–, sino más bien un proceso de cambios, de Mutaciones.

El poemario está dividido en diez series de ideas que abordan temas como el espacio, el tiempo, la dimensión, la distancia, estados, materias, cualidades y circunstancias. Termina el ciclo señalando algunos de los límites (dimensionales, temporales, de localización o de la propia materia) que estos planteamientos pueden tener.
A lo largo de toda la obra podemos apreciar la presencia de nociones emparejadas, en algunas ocasiones excluyentes, (Vengo de la ira, / y a la calma pido / que me guíen a buen puerto los pasos que sigo.11.- Perteneciente al poema «Duda».) y en otras, conceptos complementarios (Aire. Cielo. La niña / que fui yo un día / sigue mirando arriba, / embelesada.22.- Perteneciente al poema «Aura».). Estas dualidades recorren caminos paralelos, sobre todo relacionados con el mundo real –cambiante– y el mundo ideal, –inmutable, el de los sueños–: Todavía no siento / la verde y fresca sombra que cubra los trescientos / sesenta y cinco sueños que te he estado queriendo. 33.- Perteneciente al poema «Aniversario». Pero aún hallamos otros elementos emparejados como el cuerpo y el alma: Nueva la luna: / cuerpo enfermo de noche, / y el alma, oscura. 44.- Perteneciente al poema «Novilunio».
Muy importante también es la presencia de dos temas antagónicos, como son el bien y el mal:
…Nuestro miedo
no logró superar a tu bondad
pugnando en imponerse a la violencia
del alma de maldad envenenada
que antes nos quiso muertos que contigo. 55.- Perteneciente al poema «Maldad».
Telestesia
Hablar de lejos:
te canto mis canciones,
me cuentas sueños.
Y no menos significativas resultan las paradojas y términos aparentemente contradictorios:
El corazón y la corteza
Abrazo un árbol
buscando el corazón
en su corteza.
[…]
Vuelve conmigo, es tarde, y ya las sombras
se alargan y se afilan como espadas.
No te mueras en mí yendo a otro sitio,
Muéreme tú en este mismo punto.66.- Perteneciente al poema «Longitud».
Susana Diez de la Cortina nos explica en el PREÁMBULO (sic) de su libro que el entendimiento humano se diría que necesita de la dualidad, tal vez como consecuencia de haber comido del fruto del otro árbol mítico del Paraíso: el Árbol del Conocimiento o Árbol del Bien y del Mal. Las oposiciones de términos son las que permiten al hombre organizar en su pensamiento lo real, aunque tales oposiciones no tengan una existencia verdadera. Y pone como ejemplo, entre otros, el abstracto mundo de las ideas de Platón.
El mito de la caverna, alegoría del filósofo griego, parece estar detrás del proceso creativo de Mutaciones. La autora domina la situación dentro y fuera de la caverna. Puede estar a un lado del muro, donde los «prisioneros» miran el mundo proyectado desde la otra parte, gracias al fuego que ilumina los objetos que otras personas pasan detrás del muro, y nos lo cuenta:
El Este
Amanece en el Este.
La Frontera
propala el largo grito
de su sombra.
Además, es capaz de observar las formas y las personas que producen las imágenes reflejadas:
Piedra
Rocas feroces,
vuestras agrestes sombras
¿a quién asustan?
Asimismo, tiene la posibilidad de salir fuera de la cueva, al exterior, y ver las sombras reales (no las proyectadas por el fuego) y los objetos y seres que las causan:
Quietud
En el fondo del río hay muchos peces
detenidos, muy quietos en hileras.
Tal vez descansen, tal vez estén soñando.
Desde la orilla, quieta, contemplo
descansando, soñando,
detenida.
Y, por fin, es libre para volver a la gruta y contar, líricamente, su experiencia al resto de cautivos –los afortunados lectores– que queremos saber lo que sucede en su universo interior y en el mundo exterior:
El lugar del canto
Agua no tengo,
ni palabras sabias.
Para tu sed
sólo puedo mostrarte
ese lugar
donde la fuente mana
canto líquido.
Contra tu afán
no puedo darte más
que mi canción.
[…]
A través de tus ojos lo de afuera
penetra muy adentro en los míos.
Acepto el mundo así en ti reflejado.77.- Perteneciente al poema «Dentro y fuera».
A lo expuesto hasta ahora añadiré el comentario de algunas de las temáticas recurrentes que aparecen en el poemario, aparte de las ya mencionadas.
En primer lugar, tenemos a la luna, que protagoniza algunos textos y en otros es un personaje más del paisaje. En el segundo caso, como si fuera una luna lorquiana:

Cuarto creciente
Subo sufriendo.
Tras la loma, la luna
sale sonriendo.
Hierro
Para el lobo, narcisos
en las majadas,
y tras los paraísos
luna enrejada.
Igualmente destacan la soledad (o la ausencia) y el silencio, generalmente juntos por su afinidad o figurando como actuantes principales:
La dimensión del universo
Una cortina suave se ha interpuesto
entre mi soledad y tu silencio:
es la lluvia, que suena y acompaña,
que habla de bosques húmedos, callados,
[…]
Certeza
Cuando el silencio te golpee las sienes
con su espeso vacío y no te encuentres
más que con la inquietante presencia de la duda
(¿desistir o insistir?), resiste el trance
y alguien decidirá por ti, seguro.
Silencio
Las palabras a veces son silencio
porque no dicen nada, solo ocupan
el vacío que queda entre dos bocas,
un aislante sonoro entre mi cuerpo
y el deseo que al tuyo le provoca.
El amor se sitúa dentro de las dualidades citadas anteriormente y bastante alejado del positivismo, por cierto, como se puede apreciar en los siguientes ejemplos:
Pretérito
Entre nosotros
no era futuro amar,
sino imperfecto.
Carta de amor rota
Rasgo el papel
y una gota de sangre
queda en mi piel.
Los animales, tanto reales como fantásticos, también hacen acto de presencia en el libro (lagartijas, peces, pájaros, caballos alados…), al igual que el uso de distintas estrofas, como el soneto, las coplillas y los haikus. Además, hay que destacar las imágenes que acompañan a cada una de las series, como cabecera de las mismas. Sus autores, Elena Diez de la Cortina Montemayor y Antonio Fernández Heliodoro han sabido complementar perfectamente el texto lírico con sus interpretaciones plásticas.
Termino con un poema titulado «Aire», de la serie final, Límites (Los cuatro elementos), que es un magnífico broche para esta nueva apuesta literaria de Susana, a la que le auguro un éxito tan merecido como el que tuvo su anterior libro La Senda Impar.
Aire
Habla el aire
con las hojas del tilo
lengua del viento.