Nina
Supongamos que Nina es Penélope y que está en un palacio veneciano rodeada de pájaros azules. Supongamos que había tapizado su sillón imaginando el traje de Adele Bloch-Bauer, sin permiso de Klimt y sentada, bordaba y desbordaba el tiempo sin pensar en Ulises, ya no le importaba dónde estaba, ni le importaban los cantos de sirena.

Supongamos que Nina es Penélope y ya no quiere que regrese Ulises, sabe que Ítaca está justo en esa habitación, en su sillón, sus pájaros, en la mariposa, en el rumor del agua que seguro entra por una ventana ahora que cae la noche, sabe que Ítaca es ella, y tranquila borda, borda, borda y borda porque quiere .

Texto e imágenes © Emilio Poussa