No confíes en nadie. Parte 2

Durante su vida en Bilbao, y a medida que avanzaban los años, nuestro querido Conspirio pasó de ser un muchacho adicto a la pornografía y las conspiraciones, a ser un hombre adicto a la pornografía y las conspiraciones. Sus atribulados aitas decidieron, muy a su pesar, darse por vencidos en la compleja empresa de encauzar a su hijo hacia una vida normal y corriente, principalmente porque ninguno de los dos se enteraba de lo que hablaba y defendía su primogénito. 

Con 19 años y tras terminar, muy a duras penas, el bachillerato, Conspirio se matriculó en la universidad para intentar llevar cabo una provechosa carrera de Informática, estudios que, a día de hoy, en 2021, sigue sin finalizar. A finales de los 90 y principios de los 2000, el muchacho tomó un gusto excelso por la “Deep Web”, un oscuro y recóndito lugar de internet donde se llevan a cabo las perversiones más oscuras de la mente humana. Desde decapitaciones en directo hasta la posible contratación de asesinos a sueldo que a veces suenan a estafa y otras apestan a terrible realidad. 

En esa época fue donde finalmente Conspirio perdió el poco norte que siempre tuvo. Por si Expediente X no hubiera sido suficiente, internet le ofreció un mundo nuevo de conspiraciones, artimañas masónicas y absoluto control de la población desde las sombras. Comenzó a interesarse por la política nacional e internacional mientras contemplaba cómo sus padres saltaban de partido en partido en las elecciones sin obtener recompensa alguna. Llegó a la conclusión, (la única realmente útil en su vida) de que la política española nació y murió con Adolfo Suárez y decidió que cuando fuera a votar, en vez de hacerlo correctamente, escribiría mensajes de reivindicación en el dorso de la papeleta, en un banal intento de despertar a los aturdidos. Pero la realidad era que cuando los pobres elegidos para la mesa electoral veían los garabatos tras la papeleta, ni se molestaban en leerlo, desechándola inmediatamente y afirmando sin lugar a dudas: “otro imbécil”

Los años pasaron, los movimientos conspirativos abundaban más que los arrozales en Asia y su fama dependía de factores tan ridículos como sorprendentes. El movimiento antivacunas estadounidense saltó a la palestra mientras Conspirio recordaba todas las vacunas que le habían administrado de pequeño en el colegio y los centros de salud. ¿Qué perversiones y malicias químicas le habrían inyectado las malditas farmacéuticas en colaboración con los gobiernos? Por supuesto, el ser humano nunca llegó a la Luna, Adolfito se compró una casa en la Patagonia, Los Beatles fueron secuestrados por alienígenas y al Titanic lo hundió un complot comunista. Los Illuminati, los masones… ahhh… qué gusto poseer la verdad mientras el mundo permanece en la ignorancia, y cuánto daño hizo “El código Da Vinci”

Pero sin duda alguna el evento más importante (y jugoso) de la vida de Conspirio tuvo lugar a finales del 2019 y el año 2020 en adelante. Hablamos, lógicamente, de la pandemia de COVID-19, una pandemia que, por cierto, ya estuvo anunciando la “Deep Web” meses antes de su detonación. Conspirio vio aquí finalmente la culminación de todos sus temores, el axioma final, la razón hecha realidad… Siempre había tenido razón, él y sus aliados… ¿quién se ríe ahora? ¿Eh? La pandemia no le cogió tan desprevenido como al resto de estúpidos seres humanos, pero su locura llegó a tal punto que tuvo que abandonar su trabajo a jornada parcial en el supermercado COVIRAN de su barrio, que estaba regentado por personas de origen chino…

Pandemia = China 

“Todos los chinos son culpables”

No puede ser casualidad que el supermercado se llame COVIran.

– No puedo enfrentarme yo solo ante este complot organizado… Debo pedir ayuda a mis aliados del foro #@€&Ç%…

“Pero hijo, ¿otra vez has dejado el trabajo? Con la que está cayendo en el mundo ahora…”, fue lo único que pudo decir su Santa Madre cuando se enteró de la noticia.

Conspirio movió cordilleras junto a sus aliados para que la verdad que ellos creían que era verdad se supiera en todo el mundo. Fue a Colón a manifestarse, incluso tomó cierto cariño por Miguel Bosé y grabó videos con un mechero intentando quemar colosales bloques de nieve traídos por la Filomena. Sintió verdadera repugnancia por los “Cayetanos” del barrio Salamanca, pero también por los rojos o comunistas o llámelos usted X. Para Conspirio todos ellos eran catetos que preferían hacer caso a los políticos en vez de cultivar su vena autodidacta. Todo era mentira, todo estaba siempre orquestado… la lava y el magma son inventos de pobres diablos que dedican su vida a la “ciencia”. Bien es cierto que durante aquella visita a Madrid sí se quedó con ganas de preguntarle a Pedro Duque cómo demonios había hecho la comunidad científica, la NASA y la ESA, para esconder durante tantos años la verdad sobre la forma del “noGLOBO terráqueo”.

Imagínense ahora por un momento a Conspirio sentado en una silla, en una habitación fría, oscura, vacía… únicamente poblada por un fútil intento de entender al mundo y desmarcarse de las masas ignorantes. Imagínense que una mano invisible se acerca a él y le propina tal bofetón en la cara, que Conspirio se precipita hacia el suelo, se lleva un buen golpe en la cabeza y además, la silla se rompe en mil añicos. Pues eso es precisamente lo que le ocurrió a Conspirio cuando en una de sus avanzadillas en favor de la razón, regresó a casa de sus padres portando un diminuto ser vivo que dejó a su padre un mes en la UCI y a su madre descansando para siempre en el cementerio de Deusto.


© Daniel Borge

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