Otra infancia deshecha
Escondía los helados en un agujero del suelo. Guardó tantos, que entre los helados y las lágrimas la casa se inundó; se cayó el tejado y aplastó a su padre, el causante de tantas lágrimas nocturnas. Cuando terminaba, le daba un helado y la mandaba arriba a su cuarto. La niña cerraba la puerta, se hacía lágrimas y lanzaba rabiosa el nuevo helado, otro, al agujero.
Texto © Lucía Santamaría Nájera
Imagen de Seksak Kerdkanno en Pixabay