Paseo de luna de Felipe Espílez Murciano

Cayó la tarde como si el cielo se desprendiese de azul.
Y en ese instante en que el sol se acobarda, un rayo sin fuerza iluminó tu cara.

Después el aire se fue volviendo malva
 y un silencio de sonidos dormidos dejó en mis manos un deseo perdido.

Las golondrinas buscaban su nido donde hacer redonda la noche,
el aire se fue espesando de sombras negras.

Vino la luna de temblor creciente, el sol se aplanó de horizonte
y un perfume de jazmines dejó blancura en el aire.

¡Qué lucha más tremenda! la de la plata contra las sombras,
el río, en el temblor de su corriente baja luces de otras orillas.

Los juncos pierden el verde, yo te aprieto las manos,
la noche se funde ya, solos tú yo ¡qué desmayo!

© Felipe Espílez Murciano

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