Peligro
En algunos lugares llaman peligro a un pequeño escalón que intenta salvar un obstáculo o ayuda a subir un peldaño alto.
Vía Giulia es una calle que recorre paralela a una de las orillas del Tíber, es una calle tranquila, imponente, llena de historias que algún día contaré, recorrida infinitas veces por Rafael Alberti de camino a su casa saludando al Mascheroni, testigo mudo desde su fuente fresca al que le escribió un poema.

Al principio se alza el palacio Medici-Clarelli, delante del cual un ladrón abandonó una bicicleta y durante años quedó allí varada y entre sus ruedas las hojas adornaron el suelo formando guirnaldas, el ladrón salió huyendo, yo lo vi todo sentado justo enfrente tomando un cappuccino en el bar Perú. Al lado del palacio está el callejón Orbitelli que llega hasta el río y en la primera puerta un peligro da la bienvenida, según cuentan sobre esa losa de mármol, que era de la residencia imperial, Caracalla hirió de muerte a su hermano Geta, no lo pongo en duda.

Ambos edificios se comunican por el subsuelo, un túnel que recorre toda la calle hasta la casa de los Farnesio y al puente que atraviesa hacia el Trastevere, pero antes de terminar se alza el Convento de Santa María de la Muerte, con sus cráneos saludando a todo , y es que el Tíber entrañaba otro peligro, era el lugar al que caían o tiraban a los asesinados o malheridos en reyertas oscuras que el río oscuro, en las noches oscuras, remataba, y esos cadáveres flotantes eran recogidos para que monjes oscuros del convento les dieran cristiana sepultura, oscura, siempre. Una noche del año 1606 Caravaggio estudió el cuerpo sin vida de una mujer hinchada, vestida con un traje rojo, con una larga cabellera y la hizo su modelo para su obra “la Muerte de la Virgen” hoy cuelga de las paredes del Louvre.

Vía Giulia es una calle eterna que tiene muchos secretos, por ejemplo la razón por la cual nadie se atrevió a coger la bicicleta que el ladrón dejó a la entrada del palacio y el viento fue decorando o por ejemplo la cantidad de puertas por abrir que quedan en el túnel, recuerdo que en una habitación estuvo Giordano Bruno, qué casualidad tan cerca del Campo di Fiori… pero esa es otra historia.
Texto e imágenes © Emilio Poussa