¿Qué me pasa hoy?
¿Qué me pasa hoy?
Me he levantado como todas las mañanas, no obstante, no lo he hecho con ligereza después de haber descansado toda la noche.
Me pesa el cuerpo y mis ojos no están dispuestos a abrirse al mundo.
El día está gris, llueve y por lo que ayer dijeron en las noticias va a seguir así unos días más. Soy consciente de la necesidad de esta lluvia, pero me derrumba y come la alegría.
Voy a deciros el porqué de mi estado de ánimo.
Estamos acercándonos a esas fechas en las que aparentemente todos somos felices o tenemos que serlo; no es así, por lo menos para mí.
A través de mi ventana creo ver el hogar con mis padres, donde se preparaban esos días con ilusión por parte de los más pequeños. ¿Qué pensarían mis padres, estarían como me encuentro hoy, aunque pusieran una chispa de alegría en sus ojos? No lo sé.
La Nochebuena se cenaba en familia, aunque faltase la abuela, se había ido ya de este mundo. Las niñas, pequeñas aún, ni yo que era algo más mayor, no pensabamos en ella, lo más importante era que estábamos juntos.
Esa noche el plato principal era pollo a la pepitoria el gran exceso que se hacía, la economía no era igual a la que hoy, en algunas familias se vive. Siempre a mi padre se le ponía el muslo de pollo, deferencias que se hacían al cabeza de la casa. Cada año yo pensaba, “a mí cuando me tocará) era y es el bocado favorito para mí”
Hoy, analizo que de esa gran familia que éramos, los más mayores ya se fueron, ahora la “matriarca del clan” soy yo, y lógicamente en el orden natural de las cosas, seré la primera en abandonar este nido.
Y ese pensamiento me da pena, no por el momento de irme, si no, que, con el tiempo, dejaré de estar en las sucesivas generaciones. Mis hijos y nietos, los más mayores sí que se acordarán; los más pequeños, verán una foto en casa de sus padres, quienes les dirán, mira es la abuela Esme. Pero no significaré nada para ellos.
Cuando repaso el álbum de mis padres, el primero que hicieron de su juventud y primeras vivencias como matrimonio, de toda la familia, la única que reconoce a algunos de los que están en esas fotos soy yo. Al verlas con mis hijos les voy diciendo quienes son y qué representaban para sus abuelos. Pero seguro que cuando yo me vaya, ese álbum, ni lo abrirán, y si lo hacen, no sabrán quién es quién.
En esa maraña de recuerdos salta uno que es el más bonito. La noche de Reyes, esa noche seré feliz, estaré con mis hijos y nietos el día seis, recogiendo sus regalos, todos nos reiremos y nos tomaremos el pelo con lo que los mayores recibamos. Es el día de la ilusión, cuando se notan menos esas ausencias. Nos faltará el ir a casa de mi madre, por la tarde, a comer el roscón todos juntos. Era uno de los momentos felices para ella. Aun cuando estaba en la residencia, allá nos presentábamos todos, hijas, yernos, nietas, nietos y biznietos.
Tenían que habilitar una sala para nosotros, con el fin de no alborotar demasiado al resto de los residentes.
En resumen, esa es mi ilusión, la que me hace esperar estas fechas con esperanza.
Feliz 2023