Quietud aparente de Felipe Espílez Murciano

Aquí, apoyado en un chopo,
al resguardo de su cielo verde,
respiro la clorofila de sus hojas
que el aire se lleva y el viento pierde.

El río nos está mirando 
justo debajo del puente
con esos ojos viajeros
que reclaman los mares del este.

Un ruiseñor hace suelo en una rama
y con sus alas hace una nave.
El río ya no nos escucha,
se le hizo el alma de ave.

Me levanto despreciando la grama,
el pájaro cesa en sus trinos,
el río me mira extrañado
al escuchar mis latidos.

Y el chopo que miraba al cielo
se gira sobre sus ramas
y mira mi cuerpo de junco
que se ha levantado en armas.

Nada es tan quieto como parece,
ningún alma permanece dormida,
hasta la más sencilla brizna de hierba
se mueve según se mueve la vida.


Texto e imagen © Felipe Espílez Murciano

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