Recordando la noche de San Juan de hace unos años  

Después de vivir unos meses en penumbra y con el corazón oprimido, fue cuando llegó ese solsticio de verano, y en el momento que el sol alcanzaba el cenit y el hemisferio boreal se inundó de luz, entonces el día se hizo más largo y la noche se llenó de magia. Las hadas y duendes caminaron con total libertad por los bosques, valles y cascadas, donde depositaron todas sus bondades. Este solsticio de verano llegaría abrir una etapa con sabor a sueños y libertades, y volviendo a nuestras raíces buscaríamos ese hueco para ver a nuestros seres queridos. La paz, el amor y la amistad se reencontrarían en el universo. Muchos mitos y leyendas han dado protagonismo a esta entrada del verano. Ese fue el año que esa llegada se esperaba con impaciencia y mucha expectación, tantos meses confinados en las casas, con esa maldita pandemia, que las personas esperaban ese pistoletazo de salida.

El sol nuestro astro rey hizo que las civilizaciones le aclamasen y que todo estuviese rodeado de misterio, llegado ese momento álgido las fases de desescalada se acabaron, la sensatez reino en pocas personas cuando se abrieron las fronteras, ya que todo lo que se había controlado hasta el momento se desbordó.

Este verano se prometía llegar a esa parte importante de nuestra esfera emocional, como es el corazón, se instaló entre todos nosotros la nostalgia y la melancolía de otros maravillosos veranos.

Fuego de San Juan

En el recuerdo de todos ellos estaban las risas, las caricias, los abrazos y solo un hada evitaría volver de nuevo a ese confinamiento. En ese veinticuatro de junio apareció el hada del verano y las hogueras no pudieron arder, pero San Juan Bautista que vio lo mal que se había vivido los meses anteriores quiso hacer un milagro mandando al hada del verano y esa noche que fue la más larga del año, pero no había hogueras, hizo que durante el día el sol brillará espectacular y por la noche una bonita luna se llenará de lágrimas de San Juan purificando a todas las personas que vivían en el universo.

Junto con los tres elementos: fuego, agua y tierra; el universo se purificó dejando atrás todas las energías negativas, que desaparecieron. El agua brotó al día siguiente del cielo y la gente salió a la calle para mojarse, querían obtener salud y felicidad. De la tierra nacieron nuevos brotes de tomillo, romero y los habitantes de la tierra salieron al campo a recogerlas con alboroto y algarabía disfrutando de la madre naturaleza y por la noche en sus casas colgaban estás olorosas hierbas. Este año las vidas de sus gentes cambio en muchos aspectos, pero la alegría y optimismo por seguir adelante no cambiaron, se fortalecieron y se unieron para seguir combatiendo el mal.


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