Soplar deseos y continuar

La revista estaba acostumbrada a tener sus páginas luminosas y a aparecer en los dispositivos a un click de distancia. Al primer cumpleaños le diseñaron un vestido diferente, brillante y suave. El aroma a papel le acompañó durante toda la jornada, sus padres la llenaron de besos y caricias, sus hermanos y amigos también. Alguien hizo una torta con varias capas de relatos, otra mano cuidadosa la decoró con poemas y no faltaron los globos de imágenes, con más y más colores para celebrar.

Ahora llegó al segundo cumpleaños y el aroma a papel se coló por todos los cerebros y se expandió a través de las yemas  de hombres y mujeres de diferentes cunas y banderas.

Todos estaban ahí, para verla soplar la vela número dos.

El papel encendió una llama que se elevó encima de la niebla y viajó en el supersónico lapso de un instante hasta el pedacito lector de cada ser que quiso ser parte. Pidió tres deseos y por exceso de generosidad, los repartió con un soplo directo al corazón de quien quisiera leerla.

A la mañana siguiente se puso el vestido digital, el de entrecasa que tan bien le sienta, y orgullosa de su edad, salió a decirle al mundo que la felicidad, esa huidiza, también anda encima de la niebla con el único propósito de susurrarnos al oído “escribir, leer y continuar”.


© Lucía Borsani

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