Torres vigía
Me gusta el amanecer en la Plaza de España, siempre me acuerdo de ti.
La ciudad está despertando, el olor a mar lo invade todo, casi se le puede oír si no fuera por las gaviotas, los gorriones y las cotorras que juegan entre los árboles, se cuelgan de ellos como frutos verdes.

Acuarela sobre papel kraft
Emilio Poussa
El sol tiñe las torres de un oro brillante, de un oro antiguo, de cuando el puerto de Cádiz era un carnaval de mástiles engalanados, gallardetes, banderas multicolores de todos los rincones del mundo.
El dios Mercurio, dios huérfano de la guerra, vigila desde su pedestal un puerto ahora vacío, con su cuerpo de bronce, altivo, con un leve movimiento que ni el levante es capaz de alterar, y espera… sabe que después de la espera volverán a oírse las múltiples lenguas de los viajeros, y volverán a bailar en el aire las banderolas de colores, la vida al aire, la de siempre, la que tiene que ser.
Respiro lentamente, olor a mar, el cielo transparente de un celeste infinito, y siempre me acuerdo de ti.

Texto e imágenes © Emilio Poussa