Un haiku
Un haiku, relámpago del alma, recorre los diecisiete caminos de la belleza con la delicada serenidad de la emoción contenida. Desde sus orillas le llama la melancolía de lo efímero. Detrás de ellas, el cielo guarda la belleza de lo eterno en diecisiete instantes relampagueantes.
Pero más allá, incluso más allá del cielo, en nuestra imaginación florecida por el bello sueño del abril eterno, el haiku toma esencia de nosotros mismos y extiende sus alas, hasta cubrirnos de luz, hiriéndonos, para siempre, por la belleza que mana de la fuente interna. Por la fuente incesante de la belleza eterna.
© Felipe Espílez Murciano
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