Volver a empezar
Nunca entendió lo que era ser el hermano mayor. Llegó a una familia nada convencional, desde niño supo valerse por sí mismo. Sus pequeñas batallas las fue superando a base de muchos batacazos. Su madre adoptiva decía que era un hermoso cisne y él se veía un pato diferente a los demás al que todos le miraban con ojos de asombro. Llegó a España en tiempos muy difíciles para su país. Esa guerra constante que llevaba ya años y dejó desolado a Irak; muchos niños quedaron huérfanos. Sus padres le adoptaron, eran médicos de ayuda humanitaria que un día llegaron allí y se trajeron a todos los niños que estaban sin familia. De repente pasó a ser el hermano mayor a sus diez escasos años. En España se encontraba la que sería su hermana pequeña, una niña rubia con ojos azules de seis años. Al llegar a casa lo observó fijamente y al cabo de un rato le preguntó:
– ¿Vas a ser mi hermano?
Sus padres le dijeron:
– Si, Isi será tu hermano mayor.
Isi estaba absorto y descolocado de ese viaje tan largo; sin apenas entender el idioma le comunicaron que le sacaban del país por su bienestar. Asustado, viajó a un lugar desconocido para él. Llegó a una casa grande y soleada con un inmenso charco en el jardín que lo llamaban piscina. La niña rubia le enseñó a nadar y a comer cosas que nunca había comido. Isi lo pasaba muy bien con ella, aunque se acordaba mucho de su vieja vida. Un buen día los cuatro viajaron a casa de una señora mayor que los colmó a todos de abrazos y besos; la llamaban abuela. Ella vivía rodeada de animales, lo llamaban granja, allí fue donde se dio cuenta que él se parecía a ese patito asustadizo que andaba siempre sólo y perdido.
Libertad, la abuela lo estuvo mirando durante varios días y al tercer día se acercó a él y le dijo:
– ¿Quieres darles de comer Isi?
El muchacho sonrió tembloroso. Ella le dio un cubo lleno de pan mojado en leche, le abrió la cerca donde estaban todos los animales: las gallinas, el gallo Manolo, las gallinas enanas y la hermosa familia de patos y ocas y entre ellos se encontraba aquel precioso cisne. Como por arte de magia el cisne fue al encuentro de Isi, el cisne abrió sus alas y el muchacho se echó hacia atrás asustado. Entonces Libertad le cogió de la mano y dándole el cubo, le dijo:
– ¡Isi, Dale de comer!
Y él lo volcó en aquella cubeta de comida. El cisne paso a su lado corriendo poniéndose a devorar la comida que le había echado. Fueron sus mejores vacaciones y disfruto mucho de esa familia, que el destino le había dado. Con el paso de los meses llegaron las vacunas y el reconocimiento médico para entrar en el colegio. Al principio le costó adaptarse y lloraba diciendo que los niños le miraban mal. Hasta que un buen día Isi salvó en el colegio a un niño de ahogarse, se tiró a esa gran piscina para salvarle. Los compañeros le aplaudieron sin más y a partir de ese día sus miedos y complejos fueron quitándose. Hoy cumple la mayoría de edad y sus papás y hermanita están felices de ver su graduación y la gran persona en la que se ha convertido, y lo estudioso que es, quiere ser médico como sus papás, y seguro que lo conseguirá.
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