¿Y a usted qué le importa?
No era un farmacéutico común. Cada vez que llegaba alguien a la farmacia le preguntaba el nombre. Algunos se lo decían apurados, solo esperando pedir su compra. Pero estaban los que se asombraban, los que sospechaban, los que se reían y también, los más exagerados, los que se enojaban. El problema surgió un día en que el cliente dijo llamarse Gumersindo Alberto Marcelino Celestino Gómez Martínez Clauzet Federckwivsz, más bien con el asunto de la pronunciación la cuestión de hizo difícil y la cola se fue haciendo tan larga esperando el turno que algunos clientes — todos conocidos —cambiaron de farmacia. O se limitaron a comprar en adelante por internet dando no solo nombre sino cédula de identidad, dirección, teléfono, género y número de tarjeta a quien sabe quien.
© Lucía Borsani
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