Y Cristina se tomó un spritz
El soldado austriaco salió decidido hacia nosotros cruzando a paso ligero el dintel de la iglesia de Santa Lucía, llevaba el polvo de la batalla en la ropa y en su cara, se sentó, suspiró, se seco el sudor de la frente y entre otras historias nos contó que sus mandos decidieron rociar el vino con soda para que no les afectase ni antes ni después de la lucha. Saboreó su copa, incluso mordió el trozo de naranja amarga, se levantó y se perdió por un callejón cercano.

Y Cristina se tomó un spritz, el cielo de Venecia celeste, de una ventana la voz de Paolo Conte acompañaba al mediodía. It´s Wonderful, via con me.

Texto e imágenes © Emilio Poussa